Vida privada de grandes músicos, B. Grun

vpdgm01Entre libros descatalogados, con ya ciertos años de antigüedad, podemos encontrar verdaderos tesoros, aunque muchos de ellos quizá no como libros serios de “consulta”, pero si como anecdóticos y que nos pueden hacer pasar un agradable rato de lectura. Entre estos, rescatamos uno de Bernard Grun, “Vida privada de grandes músicos”, repleto de curiosidades (reales o no) sobre la vida de los grandes compositores.

Transcribimos aquí una pequeña parte del Capítulo V (cuyo título es: "Aquellos que conocen la fuerza del amor... en el que se da cuenta, bien intencionada aunque incompleta, de las aventuras amorosas de algunos músicos), un fragmento en el que habla sobre la vida amorosa de Johannes Brahms. El comienzo es demoledor con los adjetivos con los que define a Clara Schumann: “patética y altiva”.

 

vpdgm03"La vida amorosa, complicada e inexplicable de Johannes Brahms, empezó con las rameras de Hamburgo y finalizó con las mujeres de la calle en Viena, pero en su centro hubo la patética y altiva figura de Clara Schumann.

A la edad de catorce años, Brahms se vio obligado a ganarse la vida como pianista en las casas de mala fama de Sankt Pauli, el barrio más sucio de Hamburgo. Hizo amistad con sus habitantes, gozó de sus favores y el recuerdo repulsivo de estas experiencias de adolescente no se borró durante toda su vida.

Cuando tenía veinte años, conoció el hogar de Robert Schumann. Fue recibido amablemente y Schumann le rogó que tocara algo al piano. Apenas había empezado su Sonata en fa menor, cuando Schumann le interrumpió: "¡Clara debe oír esto!" Vino la señora Schumann y Robert dijo: "Mira, Clara, vas a oír una música como jamás la oíste antes." Brahms contempló a la bella mujer, famosa como pianista en toda Europa y empezó de nuevo.

Conquistó a los Schumann, le rogaron que permaneciera en la casa, y que la considerara como la suya propia; le ofrecieron que fuera su huésped y su amigo. Así, por primera vez en su vida, Brahms encontró el cariño y el afecto de un verdadero hogar: convirtióse en un miembro de la familia de Schumann.

Medio año más tarde, mientras Clara se encontraba en su quinto mes de embarazo, Schumann tuvo que ser internado en un asilo mental de Endenich. Durante esta horrible tragedia, Brahms no abandonó nunca a Clara, asistióla y le dio ánimos y con su ilimitada admiración juvenil, ayudóla durante aquellos meses difíciles. Clara tenía catorce años más que Johann y, hasta entonces, siempre le había mirado como a un hijo, habíale rodeado de cuidados maternales y había sonreído, indulgente, ante sus tímidas insinuaciones amorosas. Pero ahora, horrorizada, dióse cuenta de que sus sentimientos habían cambiado; Schumann estaba enfermo sin esperanza, ella era aún joven, su temperamento estaba en plena efervescencia y encontraba ante ella la juventud vigorosa e impulsiva que la deseaba.

En enero de 1885, Clara realizó una gira de conciertos en Holanda, Brahms la acompañó y, en Rotterdam, lejos de todos los prejuicios y de la mentalidad de la pequeña ciudad de Düsseldorff, lejos del pobre Roberto, los amantes encontráronse uno a otro.

El día antes de trasladar su residencia a Viena, Brahms dijo adiós a Clara. "Nuestros caminos deben separarse. Mi senda me conduce lejos de aquí, hacia arriba, hacia la soledad... ¡Adiós, Clara!" Y Clara le comprendió, mejor de lo que nadie le hubiera comprendido. Durante cuarenta años, permanecieron amigos fieles. Millares de cartas fueron intercambiadas entre ambos y no sabemos que Brahms haya estado jamás, de nuevo, enamorado seriamente de otra mujer.

En sus últimos años, cuando le preguntaban si estaba casado, acostumbraba responder: "No, soy soltero, gracias a Dios". Y cuando Hanslick insistía cerca de él para que escribiera una ópera, dijo: "Sería tan difícil para mí escribir una ópera como casarme. Pero probablemente, después de probarlo, le encontraría el gusto".

Algunas veces, sin embargo, en noches oscuras, los pasantes de alguna callejuela estrecha y retirada de Viena, podían observar la figura de un hombre entrado en años, de luengas barbas y baja estatura, hablando con una mujerzuela o desapareciendo con ella tras una esquina."

"Vida privada de grandes músicos", Bernard Grun. Ed. Miguel Arimany, Barcelona 1958.


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